Cáncer es hijo del elemento agua, mientras que Leo es de fuego. Son dos signos que valoran la lealtad, pero cada uno a su manera.
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La objetividad y determinación leonina hacen que el corazón de nuestro amigo nacido bajo el signo de Cáncer lata más rápido.
Su necesidad de protección se cumple y la persona nacida en Cáncer se siente como en casa, lo que le brinda seguridad y la sensación de pertenecer a una familia.
El problema surge cuando Leo empieza a mostrar ese lado que todos conocen: creer que es el centro del universo.
Al principio a Cáncer no le importa, después de todo, es un signo amoroso y siempre dispuesto a hacer que todos se sientan cómodos.
Sin embargo, con el tiempo, Cáncer podría acumular cierto descontento y heridas debido a la falta de comprensión del individualismo y el egocentrismo.
Si Leo percibe la inmensa sensibilidad de Cáncer, todo se vuelve más fácil.
Hay una dificultad básica para entender cuando se habla de energías inconscientes, ya que siendo uno hijo del agua y el otro del fuego, existe un obstáculo natural para la empatía, a menos que haya otros elementos compatibles en uno de sus mapas.
Otro problema podría ocurrir cuando Leo quiere mostrar su hermosa melena y Cáncer, posesivo y celoso como es, comienza a molestarse.
Cuando esto sucede, aparece su peor lado: el manipulador y el chantajista, y Leo no tolerará este aspecto de su personalidad.
A Leo no le gustan las manifestaciones vagas e inespecíficas, y podría irritarse mucho con la tendencia de Cáncer de dar vueltas en lugar de ir directamente al grano.
A Leo le encantan las fiestas, reuniones con amigos, eventos y viajes, mientras que a Cáncer le gusta más recibir a amigos y familiares en casa.
Cáncer está muy ligado a la familia y su mayor objetivo es construir una relación seria y, si es posible, casarse.
Cáncer es tranquilo, inseguro, reservado y altamente sensible.
Leo es expansivo, hablador, exhibicionista e individualista. Ambos tienen mucho que aprender el uno del otro si quieren mantener una buena relación.
